sábado, 12 de septiembre de 2009

26 mujeres se depilan en un sótano, azul de frío. A continuación el vuelo imprevisto de un vulgar murciélago. A continuación no mucho: lo normal. Las razones no son sabidas, ni siquiera viene a cuento que no lo sean: sabidas. Que no sean sabidas. Otra cosa, pasar a otra. En cuanto al fin de esas mujeres, podría ser el fin de cualquiera, o sea: de cualquier mujer. Ni preguntarlo: ¿cuál es el fin de una mujer? Ellas hablan, piensan poco en el acto de su depilación, en la técnica aprendida que precisa: hablan el mundo. Y no hay hombres en el azul sótano que no es azul sino que sólo se describirá como azul: sótano azul, azul de frío aunque tampoco: frío. Tibio. Temperatura mujer, para mujer. Queda por elucidar si es un rito: un rito para esas mujeres la depilación en común, y en ese sótano. Afuera, que es noche evidente, los hombres, las bestias, los animales, el ruido, del mundo, el ruido tullido del mundo, y las mujeres otras: las otras mujeres: seguramente depiladas. Ellas se miman parece, conceptualmente. Nada de lesbianismo acá. Se miman de – por – palabras. No hay cruz y el afuera es cierto, pero como indiferente: están como despistadas del afuera. En el Archipalacio Rojo el anciano fuerte toma su mate previsible. Amargo, bien preparado, salido de la mano de su ama de llaves, cuyo nombre no será revelado. Es un tiempo de crisis normal, un tiempo agitado pero normal. Poco agitado. El imperio fue divido en innumerables barriadas, y en una, en esa, ejerce su fuerza el citado anciano ¿viril?

Nada de santidad, pero excesos moderados. Allí es agradable tocar, tocar en general, que es lo importante. También tocar música: el corno, el laúd, una forma local de guitarra llamada mandurria, pocos pianos, accesorios y chirimbolos más bien superfluos destinados a las manos menos diestras y el tiempo es propicio para la escritura. El anciano referido ejerce el control de la escritura: otorga una aparente total libertad que pocos, por lo demás – curioso ¿curioso? – atinan ejercer. Un momento: un momento es un momento. Aunque allí se considera que se guardan, también se pierden: los momentos son para perderse. Igual, se acumulan de alguna manera y mientras crecen las uñas. Imprescindible allí para tocar: la uña. La uña allí es un privilegio. Pero de muchos. Un privilegio de muchos. La uña no es una mucosidad dice un dicho. Los dichos proceden del anciano o de su control. Volviendo a la depilación: sigue allí, en el sótano, más bien rojizo, por supuesto también blanco – las paredes lo son – y gris por la semioscuridad. En el referido territorio impera lo rojo, el sótano, poco visitado, demasiado conocido: es “azul”. Los frutos de la mirada son la importancia misma.




Los 89 cuadernos de Papalardo están ahí.

¿Habrá más? Se estima que podrían ser más de 250. El gran ropero de Papalardo.
Papalardo, o sea el hermano de Papalardo. Del otro Papalardo, que no hay que hablar, hablaremos, no habla. Re…m… Uf.
“Hay que tomar el cuenta las condiciones iniciales, que, medularmente, son siempre desconocidas”.
- Pero puede hacerse una estimación, un barrunto (1973)

¿Cuáles son tus condiciones iniciales? Nato, argentino… bípedo implume… el resto… me lo reservo.

Kafka, un quemo.



1) El EEespecialista Salvaje.


Y un estado de cosas: nariz agujero negro: conducto pro entropía.

Mañana versaremos sobre entropía y empatía. Dos fuerzas del murdo.


Cómo dominar el curso de los pensamientos: 6 horas de líneas, clonazepam y polvo “maldito”.


Mientras se sigan depilando y no las encuentre la mañana habrá algo que fue y algo que pudo haber sido. Ellas son o serían como deudas condonadas por el anciano y (y por lo tanto) por el pueblo. Sobra pueblo, pero siempre es justo. El árbol en el umbral del sótano es árbol, lindo, de tronco estriado, un árbol bien puesto en su rol de árbol, funcional-ornamental, entre la mascota y el adorno; el punto no es que oxigene: eso corresponde a las razones del Estado – si es Estado lo que hay - . Hay orden y despistes, el Estado es un derivado. El Imperio, también otra cosa. ¿Es opinable? Triste es preguntar, pero el escriba debía ser otro y debía. Y parece que es ya de mañana y la gente decide cavar. Fosas los más audaces; pequeños hoyos los comedidos, la mayoría. Cavar el aire propone… ah, era un chiste. La gente en este procedimiento compartido se mancomuna y si bien están absortos no se dan cuenta. Más tarde llegará la hora de la Gran Comida: platos exóticos como platos locales, el ingenio gastronómico y la rutina de las cocineras buscan el equilibrio inestable o no exacto. Es acaso un pacto, qui y zás. Las nuevas cocineras de veinte años solares propondrán una pequeña revelación pacífica. Buscarán no obstante, no obstante, histéricas, un concilio no muy demorado. Sus canastas abigarradas, al final burdas, no burdas: vulgares: papel maché papel glasé. Los hoyuelos en el talante de las novatas cocineras, es lo que más destaca: lo mejor del día. Son sexuales, alegres; puras no obstante, castas no obstante. ¿Es esta parte del rito o el rito entero una coartada? Las preguntas son voces reales que llegan al “oído” del escriba; las registra. No, el escriba no pregunta, toma un orden problemático estante, habiente: dado. Y momento. No hay que olvidarlo, o correría – el escriba, escriba y presente – la suerte de aquel equívoco funcionario: Sobral. No Sobral el maniático. El primo hermano, acaso no menos maniático: maniático en un pozo. En tren de asociar ideas por contigüidad la escritura de los pozos, con sus diéresis amputadas, fue un gran bien tan beneficioso que naturalmente debió ser controlado y finalmente inhibido. Sobral – Sobal - el que escribió la imprudencia: “¡Que no me encuentre la mañana!... ¡Que no me encuentre la mañana escribiendo la mañana! La mañana es de los otros, siendo los otros los escribidos”. (de la Esfera Séptima)


26 las depilantes eran. Era el fin de Narrar la Historia, no estilo. Ante el estilo claudicar. Nadie cuestiona su sanción: prohibido. No próvido. El Anciano (Viril no enfáticamente, Afable de forma más calculada que espontánea) echa su discurso no discursivo, una de sus prácticas más eficaces. Tener en cuenta que en esta región del improbable Imperio la palabra sobra y falta. Cuestan, no están, pero tarde aparecen y proliferan cual la plaga. Importa un color, un paisaje, un trance, un tránsito, un rapsoda de las escenas debe ser el ideal del yo de aquel escriba que escribe (que no es lo importante). La realidad del hotelero no es (o ya no es) discutida. Se trata de lo que se llamaría un mutante. Su forma actual la de un rinoceronte heterodoxo. Su vestimenta la de un crupié también heterodoxo, irreconocible incluso. El deporte amputado. Ahora las chicas salen del azul sótano multicolor aunque opaco, son estructuralmente disfuncionales pero a lo largo del trayecto prometen acondicionarse – tácitamente – y lo cumplirán. Ya lo van y cumpliendo. Sus piernas enteramente largas, moderadamente pálidas ganan el paisaje, las hojas verdes caen de las copas de los prolijos árboles del corazón de la Senda Oficial; la imaginación se desconoce, porque la rutina y el rito guardan estrecha relación con lo inédito y si no con lo maravilloso, lo premaravilloso. La hora es ahora y.

Hubo otros modos. Los real está reñido con la imaginación; los escribas – a media luz esperando la completa invisibilidad – se limitan a referir lo que puede ser siendo y se deshojan sin honra luego como es correspondiente. Nada de esto es relevante y la historia, el presente, siguen. (No olvidarlo, que el paréntesis es una transgresión por ser aceptada sólo en aquellos ya escribas que llegan de bien arriba, copulares-celestes, bendecidos, hitos). En el mediocre Foro del Hielo dimiten los apaisados sabios desclasados, descalzos, condenados al jeroglífico y al “artificio natural”, más falta y de imaginación. Y las depiladas invasivas se dan a sus gustos que benignamente comulgan con la necesidad de Estado, y ésta con el ocasional capricho del pueblo en acto: ahora emergen las agujas ocres de sus manos o pezuñas, aletas, o amorfas ortopedias aceptadas con casi júbilo. La música, folclore vanguardia, por enunciar en un lenguaje ajeno a la fidelidad comprensiva, deviene, nace, se hace en vez de la luz (que siempre estuvo hecha), arranca al revés, otro sello distintivo de esta, ya diríamos, tribu. El imperativo es borrar la noción de octava, la sucesión no puede ser espacial pero se cree que puede manifestarse no en el tiempo: como los pájaros antiguos, los Ornez Err, cuyo sonar se toleró inenarrable, extralogizable, pero lejos de cualquier idea de locura. Se omitió decir que no hubo y debería ser probable que no haya acá y jamás noción de locura salvo la ni asignada a una planta no conocida: la Expandaria Íntera Rexia. Ya no se investiga sobre este fenómeno cuando las 26 hembras civiles lampiñazas (lampiñadas no se aceptará) mutan, mudan, pero mutan mudan poco, pero poco es suficiente: sus abuelas pierden toda posibilidad de reconocerlas como tales o como nietas incluso como mujeres, son monstruos de la pura impureza diaria, no deliran, pero a nadie le hace falta: no dijimos que el delirio es considerado – legal-colectivamente – “siempre internacional”. Sus piernas-amor se desprenden por un proceso ni natural ni no de sus ya no cuerpos (todas palabras que no tienen una referencia cósica en este punto) lo que es un acto de donación arbitrario, si se tiene consideración de que don y arbitrariedad son condiciones que deben en lo posible presentarse intrínsecamente ligadas e indesligables. Las casas de cacao Libánico y margarina de algas – mero turisticismo - comienzan a desmembrarse sintomáticamente y los criminales ufanistas que las habitaban vuelven como en inercia ética a su anterior formato: sillones Luis XV, un punto de contacto con el otro mundo. La última cáscara del escriba, se pide: “que escriba”. Entendido esto como omisión y falsificación de imágenes concretas, la esperanza violentiza vegetatividad.

A Papá Lardo lo encontraba siempre la mañana, alineado. Ferocidades que fueron descamadas: existe la penetrabilidad y el sensualismo: no al sexo. El criterio de vulgaridad-vulgar: atribuido unilateralmente a los árboles desadueñados de su función arbolar. Las aves de cantar han mermado ahora que el forastero que alterará este orden lingüístico ha comenzado a pisar más fuertemente el suelo más que alfombrado de la Zona de Dicha Popular. Obligando a obligar toda sustracción de parpadeos, sabido lo que éste tiene de símbolo disociante. Como esto es poco más que una traducción por aproximación se hace evidente que las instancias por venir no pueden tener manera de ser repuestas. Cuando todo acabe y seguirá, quedará lo oblicuo de lo mismo: alteración morfológica del suelo, subrogación de lo azul impune, renacimiento de formas orgánicas que inundarán las plazas distantes de respiración. Habrá respiración, respira. Nuevos antiquísimos órganos visibilizados aún sin cobrar lo que se denominó antes conducta, emitirán señas ambiguas para pocos, claves para el nuevo pueblo ahora florecido, y luego culminarán su itinerario no poco aleatorio – como curcubitantes – en relleno de amoblados tibiamente comunes, someramente anticuados, de atractivo olor caobal. El tiempo, dicho quede, de los escribas suele ocurrir que se desfasa: el episodio pueblar cesa y las líneas no. Todo hubiere pasado. Nuestro propósito es el amor que no hechiza al mundo, que lo haga.

Las formas respetables del depilado no encuentran forma de expresión lineal en un lenguaje formal. Entre las clases aleatorias bastaba con decir es el caucho el animal que se impone en la construcción del laberíntico tabicado, bastante más que un detalle teniendo en cuenta que la escasez de dicho animal fue el factor desencadenante del anteúltimo período de desastabilización del ya no llamable IMPERIO. Entre el facilismo de las esfeméridas, el Laúd Blindado (no imaginación). Queda la forma de una pierna inalterable, fue sacada de un pozo aséptico (trad.), en silencio silencio la quiero para mí. Mi hija la acopiadora del pastillaje que nos distingue a nosotros me tiene que esperar para cuando vuelva a mi estadio de potencia distractoria – en lenguaje técnico -, zona sin clima, donde los antepasados comunes conspicuos tienen por compulsión pero deber el continuo maquillaje de los imponderables: camino corro ronco sueño a ojos abiertos vuelo al ras me arrastro como por aire como aire que es mi alimento alternativo no sé si mi pensar es pensamiento una protolengua de gestos abstractos incompatibles con toda perceptibilidad y ente sensible estable y ya es cuna, algo más y algo menos que casa. Para cuando duerma mi hija su peluche y yo todo se adjetivará, el perecer de los flujos como modo de inducir a un punto promontorio. Papalardo – ya esto confesión – es conjura sin conjuro, todo traducción todo infamia y buena voluntad, era mejor la muerte, pero fue descompuesta en elementos indivisibles – de momento indivisibles como indivisible era el momento antaño – que al ser alterados por aparatos convertores abrieron la gran compuerta de una vida nueva basada de una espuria pero novísima metanaturalidad: sexo maleado en carritos de cartoneros (vid), guerra automatista o los dardos definitivos de los cardos pero también las amapolas: que procesados químicamente concretan una curiosa entidad que impulsa a la depilación total.


Cuando Sobral probó transgresivo pulpa de Ornez originario se desencadenó un paso de la cantidad a la cualidad al que no quedó más remedio que ranurizar incluso con armamentos medio nucleares o parecidos como la total intrascendencia de la imaginación en un pueblo que como mínimo vuela, al ras de la Ionosfera.


No en el conglomerado urbano-unidad étno-ética- reseñado, si no en poblerío muy próximo, ciento veinte años atrás dominante y culturalmente rector del mundo, el cataclismo cobró forma post-epistolar, todos se dijeron todo de ida y vuelta y reinó la perdida de control, tala de los árboles-árboles, serialización de las estructuras piramidales, originalismo indiscriminado, vuelta no sin moderada revisión a un atonalismo ramplón, monocomercialización del hijo, experimentaciones biotecnológicas desbocadas al respecto, sexo explícito, torsos pintados a listones verde musgo y marrón caqui, entonamiento de una ontología de la ansiedad como voluntad de trasfrotamiento perpetuo del orden dado aun cuando no lo había en nada, restablecimiento de las costumbres duelísticas, reaparición de indivisos mordosos dados a derramar por todos los causes interhumanos las requisitoriales confesionales, rerrinocerontación degradada por aplicada a distritos familiares esenciados por la atávica actividad improductiva: los recolectores de pelos mujeriles hojas verdad o verdosas y objetos voladores identificables, a cargo de extranjerizada población condenada a la expiación trasgeneracional por los errores vitales de sus ancestros precivilizados o aún hominidizantes. Los escribas, ellos “¡nos salvamos!”: el Imperio cayó, trompezó, luego vino el Diluvio de la Ingente Sequedad, luego el Mundial de Mate, luego la festividad de la Quema de Iconografía Matémica, La Rebelión Geometrifágica, luego el solsticio canicular vinculado a la persistencia de los maníacos depresivos de exhibición, una institución para tantos petrificada y risible, para tantos redentora y la única que desde un acto estatario podía predisponer a afectar el orden gramatical estable, y disuadir a los pocos fabricantes de casullas a renovar por estímulo de la deseabilidad general las cualidades de sus mercancías. Hubo unos años (8 meses para no ser precisos) en los que la Forma Pueblar se consagró al ejercicio impenitente de la estadisticación tous contra tous – vagamente así llamada, poco gusto, tino -, pero en base al respeto mutuo y un criterio de empatía y compasión como condicionamientos juzgados innatos distractivos de tactilidades al menos después de la Segunda Refacción del Priorato de Solitta. Y escribas. Y hay. Papalardo que se higieniza en un momento cotejable a este mismo, su hermano siempre creyendo hacer lo contrario fue hasta capaz de hacer vaciar los 35 piletones del Departamento IX y conducir su cause brioso hacia los canales del Desahogo donde se supo tener por 157 años a los Entex Incognuz, seres de sobrenaturalidad ilegitimada por las rigurosas nociones del gusto que en estos menesteres los Zellarrayán Martanelli suelen tener. Son los únicos humanos que viven sobre la superficie de la tierra en este enclave, despojados de manos ganglios y cabezas reemplazados por dones de prestidigitación alegratoria, los que aplican discriminadamente para estimular el SNC de los Entez Incognuz, como es sabible, carentes de tal estructura electro-orgánica; un despropósito, al menos aparentemente. Antes se invitaba a decir: “actúan por placebotecnia”, hoy se prefiere evitar el dolor, descreer de toda cosa en sí, abolir toda proyección de estrategias vitales teleológicas, el uso de repelente en los grupos urbanos más propensos a la desollación, un ítem poco investigado, dejado de lado por los especialistas si es que queda uno que no se haya estigmatizado y renunciado a la vida no insectizable. Ellos lograron volar y olvidar. En el Imperio cualquiera vuhella hasta sin movimiento explicable. Previendo un público extinguido, los muertos de la Vieja Historia que serán el destinatario de la Summa Lineal: se perdió la confianza entre la cinta infinita de vecindad, se balbucea una elemental lengua franca que impide si no prohíbe la confianza pero también la sospecha: donde un pelo se hace a la lengua la punta de un arma acomete. El fin que no estaba cerca se aleja, es un claro de tierra, llano de firmamento: la beligerancia otrora inscrita en los órganos y su interacción dio paso a la emergencia serial de telones biombos tabiques cortinas vivientes – animalmente vivientes – no raciocinantes pero calculativas, aunque con una destreza de niña retrasada. El cielo tiene o tiende al rosa, las tormentas pueden retraerse por presión pueblar, el desayuno creativo se aconseja, se estimula la experimentación alimentaria entre las 6:30 y las 9:00 AM. Así como la racionalización en el uso de viudas de compañía, viudas por muerte “natural” del consorte o viudas por procesos como decir licitatorios, dirimidos en ultima instancia por intereses creados (téngase presente que estos llamados “intereses creados” son facultades portentosas impersonales que a medias azarosamente ocurren convirtiendo a la circunstancia en un rejunte de órganos bajo una conducción única. Por su inexorable lentitud la tarea monumentadora del escriba pierde flagrancia y los hechos se vuelv…volvieron obsoletos. A seis hebdómadas del Incendio de la Suerte no quedan piernas depiladas, como así menos las largas decenas de cuadernos ahítos de jeroglíficos abandonados a posteridad por la negligencia de nuestro Papalardo como nuestro es su hermano. Tendencias originarias en arquitectura, dejó de haber. Intercambio y senti-sensaciones: entre los poblantes de actividad menos falibilista se acaba de autorizar este tipo de comercio, en la forma aún arcaica del trueque. Las formas mujereicas que pretendan rematerializarse tendrán una apenas remota chance de ser reconducidas al prolongado conducto sotánico, con todas sus sortijas y prendas y celadas y trampas mutiladoras destinadas a hacer un gran filtro y que lleguen a lo azul no azul las peoncitas. Una nueva planta herbívora será reconsiderada a lo largo de la venidera temporada. El humo en las cloacas de hoy tarde, puro casual.


Nada de sadismo aparente en el Anciano Central, circunspección con goce, don de gentes, el amaneramiento aristocrático apenas ostensible, severosuave, la gravedad en la voz, algo suprimido; una inteligencia nada divinal, sólo robustamente superior a la media. Ciertos “Babanóstos” – basados en la ocultación del nacimiento -, según es albur y hasta en el Archipalacio Rojo podrá aceptarse, hacen uso de un acopio de virtudes mayor, pero lo barroco es, sin embargo, visto como un habilismo comparable a los que caracterizan a los niños: el dominio de la boliadora, la ascetización numeral, la baladí nemotecnia orientada a la contabilización de los apenas perceptibles movimientos de los árboles, árboles árboles como aquellos que tienen raíces, copas, gorrioncitos, hormigas, tallos y un claro apego al sentido innato de la tierra. Hay un Edicto del Anciano Elevante, viril sin abuso, si no desdeñoso si profesor de indiferencia ante las cosas del bien y las cosas del mal, según ya consta de gran ímpetu reformatorio. La unilocalidad del Archi se suspenderá indefinida o definidamente. Se hará sol lejano, pantera polifuncional, biblioteca ilegible, música impredecible, multitud de autómatas a imagen y semejanza del Pueblo Pueblo, nube indistinguible, lluvia oportuna para las cosechas, Burdel de Amor Tierno y Piadoso, Baño de Elevación Espiritualista para las virtuosas víctimas del hermoso mal y mayor bien del Emanoramieto (Enamoramiento en realidad), cámara gigantesca de tormento destinada provisoriamente a introducir la afección-dolor en objetos sin valor de uso decomisados por el Estado, nuevo complejo de salas de cine quietista (una pavada), almacén orientado a la venta de chacinados en estado de beatitud inanimada y todo. No es experimentalismo, necesidad obliga: no hay oráculos pero si los hubiera lo habrían dictado. El Anciano entrará en un proceso de alteraciones múltiples de las cuales saldrá analfabetizado pero pertrechado de un don de profetización absolutamente superfluo, y eso será aclamado como un lujo y una novedad, y cuando un lujo y una novedad hacen connubio que caigan piedras, pero piedras verdaderas de las que duelen a los capós, carece de toda relevancia.


Efecto colateral pronosticado: merma de las patologías hemorróideas en los escribas vigentes, traslación del yo a diestra y siniestra. Hilarismo crónico potenciador de los pulsos que acicatean el vivir personal. Sin que comer se aconseje, es bienvenido.








6/6/9 Rosario



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