sábado, 12 de septiembre de 2009

Duro en efecto el oficio de hacerse sospechoso. Acaso la gente se pregunta ¿y por qué? ¿Para qué? ¿Quién querría responderle? (ahora la pregunta, digamos, fue mía). A la gente no le importa nada: lo de otra gente. Es brutal. La gente. Y odia al realismo. No, no hay caso, es un duro oficio. Convertirse en sospechoso hasta en casa ¡hasta en el exilio! Demodé. Lo sé, demodé. Pero el anacronismo, ah ¡hermano! El anacronismo es una pasión del tiempo, es una de las grandes pasiones de todos los tiempos, así como hay un grupo potencial de personas que conforman el conjunto de “los mejores jugadores de todos los tiempos”. Bueno, así.
¿Habrá, existirá aquel al cual le es innato? Como si yo dijera: desde la cuna. Ejerce esa destreza desde la cuna. Vino así. O quizá. O quizá. Si, quizá fue algo que había en la cuna. Tête à tête, como el destete. ¡Qué sé yo! Algo. Justo venir a parar ahora.

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